Análisis del cambio climático por la secretaria de Internacionales CTA

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Cambio Climático

por: Joaquin Turco y colaboración : Maite llanos

¿Qué es? ¿Cómo nos afecta? ¿Cómo lo enfrentamos? 

Introducción

Para entender el Cambio Climático

  • ¿A qué nos referimos cuando hablamos de Cambio Climático?
  • El efecto Invernadero y el Calentamiento Global 

¿Cómo se aborda Internacional, Regional y Localmente la problemática del Cambio Climático?

  • La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
  • El Protocolo de Kyoto
  • El proceso internacional hasta y después del 2020
  • Enfrentando el Cambio Climático a nivel local

Nuestra intervención

  • La Estrategia Nacional sobre Cambio Climático en Argentina
  • Los resultados de la COP de Varsovia
  • Camino a Lima 2014 y París 2015

ANEXO

  • Algunos Números
  • Distintas formas de ver lo mismo
  • De arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba?

 

Introducción

El actual modelo de desarrollo está agotado. Es socialmente injusto y medioambientalmente insostenible: excluye a grandes porciones de la población mundial, viola los derechos laborales y es devastador en términos ambientales.

La evolución del sistema capitalista a escala planetaria y su tendencia a la mercantilización de todas las esferas de la vida y la sociedad ha sumado, a la privatización de los bienes comunes y la mercantilización de la tierra, nuevas formas de acumulación tales como la negociación de los derechos de la propiedad intelectual en la OMC y la mercantilización de la cultura. Su lógica de funcionamiento sólo permite el progreso de los países desarrollados y algunas elites, por lo cual, la erradicación de la pobreza mundial y el logro de la justicia social resultan imposibles si se continúa marchando por la misma huella.

En este contexto, las problemáticas que emergen debido al Cambio Climático y el aumento de la Variabilidad Climática debemos interpretarlas como las consecuencias directas de la apropiación de la bien común atmósfera, por parte de las sociedades más desarrolladas, cuyas consecuencias están comprometiendo seriamente el futuro de la humanidad.

La incertidumbre con respecto a la evolución e impactos asociados a estos fenómenos, los daños potencialmente irreversibles y los costos crecientes de mitigación y reparación, a los cuales se le suma, la inercia entre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs) y los impactos, así como la amplia variación regional en la naturaleza y la intensidad de los efectos adversos (acumulativos y crecientes) ponen en evidencia la elevada complejidad del Cambio Climático.

Concretamente, el incremento de la variabilidad climática expresada como aumentos de temperatura, variaciones del régimen de precipitaciones, elevación del nivel del mar y fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes, están produciendo impactos significativos tanto en la población (especialmente los más pobres) como en los ecosistemas y en los recursos naturales (los cuales, muchas veces, son los que sostienen el desarrollo regional). Todo esto refuerza la idea que la vulnerabilidad al clima se encuentra fuertemente vinculada con el nivel de desarrollo, las condiciones sociales y económicas, los aspectos culturales, la organización institucional y especialmente, la pobreza de las comunidades.

Por otra parte, tampoco podemos omitir que, si bien existe una gran desigualdad en la forma en que los países y los distintos segmentos de la sociedad contribuyen y han contribuido al Cambio Climático, también hay una enorme disparidad en la forma en que esos sectores lo pueden enfrentar. Tal es así, que los países menos desarrollados, que son los que históricamente han contribuido menos en la acumulación de GEIs en la atmósfera -y por lo tanto tienen menor responsabilidad por esta problemática- son los que están sufriendo primero y con mayor dureza las consecuencias el Cambio Climático y el aumento de la Variabilidad Climática.

El Cambio Climático es también un problema energético, sin embargo, pero no podemos caer en la habitual simplificación de reducirlo a un flujo de físico de materia y energía, aislándolo, tanto del contexto social donde se manifiesta, como de su dimensión humana, ya que esta visión sesgada -que omite considerar que las políticas energéticas atraviesan la totalidad de los patrones de la cultura- bajo el paraguas de la reducción de GEIs, las emisiones vinculadas a actividades de supervivencia de gran parte de la Humanidad, son analizadas aplicando los mismos criterios con las que se evalúan las provenientes del exceso de consumo de las minorías más ricas.

Mientras la ciencia advierte la gravedad del problema y los mercados continúan lucrando con el clima, las emisiones de GEIs siguen aumentando rápidamente y el Cambio Climático y el aumento de la variabilidad climática continúan destruyendo puestos de trabajo y devastando los medios de subsistencia de muchas comunidades, especialmente aquellas más vulnerables.

Todo esto nos sitúa frente a un desafío de gran magnitud que, para revertirlo, hace necesario poner en práctica transformaciones trascendentes.

La búsqueda del Desarrollo Sustentable y lucha contra el Cambio Climático implican también una disputa política sobre el aparato productivo. Requiere una redefinición, no sólo de qué y cómo producimos, sino también, a quién le será permitido producir y con qué fines. Por todo esto, para nosotros, los trabajadores, abordar estos temas es imperativo, porque está relacionado en forma directa con nuestro sustento.

En consecuencia, la dimensión del Cambio Climático, como fenómeno global, nos exige, no sólo un abordaje multilateral, sino también multisectorial, porque se trata de una problemática que atraviesa nuestras culturas.

Para entender el Cambio Climático

¿A qué nos referimos cuando hablamos de Cambio Climático?

En estas líneas trataremos de describir sintéticamente la naturaleza del Cambio Climático global y los problemas con él asociados; identificar algunos de sus impactos más severos y relevantes, teniendo en cuenta la información disponible sobre esta materia hasta el momento.

El Cambio Climático global se caracteriza por tener asociado una elevada complejidad para su análisis porque:

  • Existe incertidumbre con respecto a la evolución del problema y sus impactos.
  • Los daños que produce son potencialmente irreversibles y los costos de mitigación y remediación crecientes.
  • Coexiste una inercia entre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs) y los impactos del Cambio Climático.
  • Se verifica una amplia variación regional en la naturaleza y la intensidad de los efectos adversos, que son acumulativos e incrementales.

Estas condiciones se combinan de modo tal que, para enfrentarlas exitosamente se necesita una participación consciente y activa de todos nosotros, de forma tal de evitar conductas individuales o colectivas que puedan entorpecer la implementación de las soluciones o simplemente neutralicen las medidas que se tomen.

A la luz de los conocimientos que se tienen hasta ahora de este fenómeno, pareciera que ya se ha atravesado el punto en el cual hubiera sido posible evitar la ocurrencia de los futuros desastres relacionados con el Cambio Climático de origen antropogénico. Por esto, es de suponer que, como consecuencia, tanto del Cambio Climático, como de la concentración creciente de la población del mundo en áreas vulnerables, los denominados desastres naturales, tales como inundaciones, tormentas severas, olas de calor o aluviones, serán cada vez más frecuentes, más intensos y golpearán más fuerte a la gente.

Si bien el Cambio Climático, es un fenómeno que finalmente afectará a todos, la realidad nos muestra que son las comunidades más vulnerables, las que lo están sufriendo primero y esa vulnerabilidad, no sólo radica en la posición geográfica, o en la variación de su clima, sino también en la falta de políticas públicas que ayuden a las sociedades a enfrentar las dificultades y desigualdades existentes

América Latina, el Caribe y Asia, están particularmente expuestas a estos riesgos, y dentro de estas regiones, las comunidades más pobres son las que, en mayor medida, van a sufrir estos efectos adversos.

El efecto invernadero y el calentamiento global

El denominado “efecto invernadero” es un proceso natural por el cual, los gases que están presentes en la atmósfera “atrapan” parte de la radiación que nuestro planeta reemite al espacio. Esta emisión de la Tierra es fundamentalmente el producto del calentamiento de su superficie, originado por la energía que recibimos del Sol.

De esta forma, el efecto invernadero permite que la temperatura media de nuestro planeta sea alrededor de 33° C mayor que si este proceso no ocurriera. Por esta razón, sí este efecto no existiese la temperatura promedio de la Tierra sería de -18° C (dieciocho grados bajo cero).

En otras palabras…cuando la superficie terrestre, los océanos y los hielos son calentados por el Sol, la energía que reciben es devuelta hacia la atmósfera como otro tipo de energía (radiación infrarroja). Esta nueva energía que es devuelta a la atmósfera, es retenida momentáneamente por el vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y otros gases que están presentes, causando un aumento de la temperatura de la atmósfera. Los gases que tienen esta propiedad de “retener energía” se denominan Gases de Efecto Invernadero (GEI/GHG’s).

Los Gases de Efecto Invernadero provocan que la Tierra se mantenga lo suficientemente templada como para hacer posible la vida tal como la conocemos ahora, sin embargo, este equilibrio es muy delicado y una pequeña variación en el balance de absorción y emisión de energías puede causar graves problemas, máxime cuando esta variación se da en forma muy rápida (en cientos de años).

En la siguiente figura se puede observar en forma simplificada el proceso del “efecto invernadero”

Fuente: contribución del grupo de trabajo 1 al segundo informe de la IPCC, UNEP y WMO

Cambridge university press, 1996

Muchas de las actividades humanas contribuyen a incrementar el efecto invernadero: la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) la agricultura (utilización de fertilizantes y agroquímicos), la ganadería (fermentación entérica de los animales), la deforestación, algunos procesos industriales y la disposición de residuos urbanos –entre otras- provocan el aumento de las concentraciones de estos gases con efecto invernadero en la atmósfera.

Este aumento de las concentraciones de los GEIs hace que la capacidad de la atmósfera de retener parte de la energía reflejada por la Tierra aumente, situación que produce finalmente el calentamiento global antropogénico.

El aumento en la concentración de estos gases por la actividad humana, no sólo provoca cambios en la temperatura, sino también en el clima mundial y favorece la aparición de fenómenos tales como: alteraciones en los regímenes de precipitaciones, el incremento en la desertificación, alteraciones en los ciclos agrícolas así como, el derretimiento de los hielos (Árticos y Antárticos), que continuará elevando el nivel del mar, causando inundaciones en las zonas costeras, que afectan a las poblaciones ribereñas, la intrusión salina que afectará las reservas de agua dulce y la desaparición de territorio insular

Si bien ya identificamos algunos de los gases efecto invernadero, es importante reconocer que no todos esos gases absorben la radiación infrarroja de la misma manera, ni todos tienen igual vida media en la atmósfera. Cuanto mayor sea esa capacidad de retener la radiación infrarroja y de no descomponerse, mayor será su “Potencial de Calentamiento Global” (PCG/GWP).

En la siguiente tabla se detallan algunos de los principales gases con efecto invernadero. El potencial de calentamiento allí indicado es una medida del efecto que producen, comparándolo con el CO2

GEI/GHG’s Acción relativa Contribución real alCalentamiento Global
CO2 (Dióxido de Carbono) 1 (referencia) 76%
CFCs (Clorofluorcarbonos) 15 000 5%
CH4 (Metano) 25 13%
N2O (Óxido Nitroso) 230 6%

¿Cómo se interpreta la tabla?

De acuerdo a lo que se indica en el cuadro, un gramo de algunos de los clorofluorocarbonos (CFCs) produce un efecto hasta 15 mil veces mayor que un gramo de CO2.

En este sentido hay que tener en cuenta que los compuestos sintetizados por el ser humano, que no existían en la atmósfera naturalmente, son más difíciles de procesar por los sistemas naturales; por ello, sus emisiones tenderán a permanecer en la atmósfera más tiempo que las de aquellos de origen natural.

¿Cómo se aborda internacional y localmente la problemática del Cambio Climático?

Los impactos que resultan de las intervenciones producidas por el hombre han ido evolucionando en el tiempo, en cuanto a la dimensión espacial, a la intensidad y a la naturaleza de esas modificaciones.

Las primeras intervenciones humanas (también denominadas antrópicas) tenían un carácter local y resultaban relativamente sencillas de mitigar o remediar (corregir).

Sin embargo, a partir de la Revolución Industrial, la actividad del hombre comenzó a tener efectos de alcance regional. Así aparecieron casos de contaminación de cuencas o más recientemente, el fenómeno de la lluvia ácida, donde las emisiones producidas por la combustión, sobre todo de carbón, produjeron impactos (modificaciones del entorno) en zonas relativamente alejadas de la fuente de emisión (Por ejemplo los bosques escandinavos fueron dañados por las emisiones provenientes de Gran Bretaña, Alemania, Polonia). Por esto, a partir del siglo IXX, la tarea de mitigar estos impactos comenzó a hacerse más dificultosa.

En la actualidad, finalmente, aparecen impactos que tienen dimensión global. Afectan a bienes ambientales públicos globales, como la atmósfera (para el caso del Cambio Climático o el adelgazamiento de la capa de ozono) o tienen escala planetaria (como la pérdida de biodiversidad).

En este contexto, cuando analizamos el Cambio Climático, es importante tener presente que la naturaleza de los procesos implicados en la intervención del hombre es compleja y en algunos casos, aún no está comprendida completamente, por lo tanto, si a este escenario de incertidumbre se le agrega su alcance espacial (global) y la intensidad creciente de los impactos, es evidente que la tarea de mitigación será mucho más difícil y comprometerá a varias generaciones.

  • Ámbito Internacional: La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)

En el año 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra) realizada en Río de Janeiro, los gobiernos del mundo adoptaron el primer instrumento internacional para enfrentar coordinadamente el problema del “Cambio Climático Antropogénico”, se lanzó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC o UNFCC en inglés)

Esta Convención entró en vigor en 1994 y es parte de un conjunto de acuerdos ambientales entre los que se cuentan: la Convención Sobre Diversidad Biológica y la Convención de Lucha Contra la Desertificación, que acompañaron la Declaración de Río y la Agenda 21. Todas estas constituyen hitos muy importantes en la búsqueda de un sistema internacional para abordar los problemas ambientales de escala global.

La CMNUCC estableció como objetivo último de la Convención, lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático. El texto acara que, ese nivel debería lograrse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al Cambio Climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible”.

Para llevar adelante esta misión, incorporó cuatro principios centrales o rectores, que deben guiar su accionar:

  • El Cambio Climático es una preocupación común de la humanidad.
  • Existen responsabilidades comunes, pero diferenciadas, de los países con diferentes niveles de desarrollo.
  • El principio precautorio, que privilegia la acción para enfrentar el fenómeno –aún en ausencia de certidumbre plena, debido a la gravedad de los riesgos que implica y la irreversibilidad de alguno de sus efectos.
  • El principio de la equidad en la asignación de las cargas para la mitigación (reducción de emisiones) y la adaptación a la nueva situación. Esto incluye la obligación de los países desarrollados, principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, de cumplir con los compromisos adoptados para la reducción de sus emisiones (mitigación), de transferir a los países en desarrollo tecnologías más limpias y otorgarles asistencia financiera para enfrentar el problema del Cambio Climático.

La CMNUCC dividió a los países (Partes) que han ratificado, aceptado o aprobado el tratado en tres grupos, que tienen asignados compromisos distintos:

  • Partes Anexo I: agrupa a los países industriales miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, más los países de economías en transición. Este grupo debe adoptar políticas y medidas concretas con el objeto de reducir sus emisiones.
  • Partes Anexo II: los países industriales miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, sin los países de economías en transición. Deben proveer recursos financieros para facilitar la mitigación y la adaptación en los países en desarrollo.
  • Partes no Anexo I: los países en desarrollo.

La Convención posee además órganos de gobierno denominados: Conferencia de las Partes, Órgano Subsidiario para el Asesoramiento Científico y Técnico y Órgano Subsidiario para la Implementación que se identifican por sus siglas en inglés como COP, SBASTA y SBI respectivamente.

  • Conferencia de las Partes (COP o CP): son los países que han ratificado, aceptado o aprobado el tratado. Cada año (generalmente durante los últimos meses del año) los representantes de todos los gobiernos que son parte de la Convención, se reúnen para adoptar decisiones y avanzar en el desarrollo de la Convención en base a lo acordado en las reuniones mantenidas por los equipos técnicos y distintos equipos de trabajo durante el año en lo que respecta a la mitigación de emisiones, la adaptación al Cambio Climático, financiamiento, transferencia de tecnologías y cuestiones de organización de la CMNUCC.
  • Órgano Subsidiario para el Asesoramiento Científico y Técnico (OSACT o SBSTA), es el responsable de asesorar a la COP en materia de ciencia y tecnología.
  • Órgano Subsidiario para la Implementación (OSI o SBI) ayuda a evaluar y revisar la implementación de la Convención.

Tanto el OSACT como el OSI, también realizan reuniones durante el año y presentan proyectos de decisión que son tratados por la Conferencia de las Partes.

La CMNUCC también incluye Grupos de Trabajo como la “Plataforma de Durban para la Acción Mejorada”, comités ejecutivos de tecnología y grupos de expertos que deben rendir cuentas a la Conferencia de las Partes.

Un sitio especial dentro de la Convención corresponde al denominado “Mecanismo Financiero” compuesto por varias entidades operativas entre los que se destacan:

Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) cuya misión es proporcionar apoyo financiero a las actividades y proyectos de las partes que son países en desarrollo (El FMAM proporcionó los fondos a la Argentina para elaborar la 3º Comunicación Nacional sobre Cambio Climático).

Fondo Verde del Clima (FVC) esta entidad operativa es la encargada de aportar los fondos para actividades de mitigación y adaptación. Se trata de 100 mil millones de dólares anuales a partir de 2020 comprometidos por los países desarrollados en los Acuerdos de la COP 16 en Cancún. El Fondo está regido por una Junta de 24 miembros con igual representación de países desarrollados y en desarrollo. Entre los actuales miembros encontramos representantes de Chile, Perú, Colombia, México, Cuba y Belice. En esta primera etapa, el Banco Mundial (BM) será el administrador interino del Fondo. Su misión se restringirá a gestionar las contribuciones e inversiones, así como la prestación de servicios, incluida la contabilidad de las donaciones, las transferencias de efectivo y la información financiera, no será responsable de la asignación de fondos. El Banco Mundial realizará estas funciones sólo por tiempo limitado, hasta que en una licitación abierta se adjudique a un postulante. Sin embargo nada impide que pueda presentarse y ser elegido para continuar con la administración. Y en este sentido, ya ha declarado su interés en jugar un papel más activo que la de un “administrador”. Los recientes antecedentes vinculados a cuestiones relacionadas a la organización del Fondo, donde ex y actuales empleados del Banco Mundial participaron en la confección de las propuestas, muestran un avance claro de esta Institución que en el futuro podría influenciar y hasta ser copartícipe en la toma de decisiones. Si bien las reglas de funcionamiento del Fondo aun no han sido decididas, tener al BM tan cerca, para nosotros es fuente de incertidumbre y preocupación. Irónicamente la institución que ha contribuido en gran medida a la crisis del clima, es a la que se le confiarán los fondos que prometen tratar el mismo problema que ayudó a crear…

En el ámbito de la Convención también actúan otras instituciones como el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático) Es importantedestacar que este grupo no es una institución de la Convención, sin embargo, aporta importante información científica vinculada al proceso del Cambio Climático. El IPCC constituye una fuente autorizada de conocimientos interdisciplinarios actualizados, por lo cual, tiene enorme influencia tanto en la Convención como en sus instrumentos y órganos subsidiarios afines, por ejemplo el Órgano Subsidiario para el Asesoramiento Científico y Técnico. El IPCC estará presentando durante el 2014 las versiones finales de su 5º Informe Nº 5 (AR5) cuyas conclusiones servirán como guía para el proceso de negociación.

A los pocos años, de haberse lanzado la convención, se evidenció que, a pesar de los compromisos asumidos en el año 1992, las acciones desarrolladas por los países industriales avanzados con relación al Cambio Climático no estaban siendo lo suficientemente enérgicas.

Por ello, a mediados de los años 90´, se advirtió que sería necesario negociar un acuerdo que incluyera compromisos cuantitativos de limitación y reducción de emisiones obligatorios para los principales emisores (conforme el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas establecido en la Convención Marco)

Este nuevo instrumento operativo resultó es el Protocolo de Kyoto, que actualmente sigue vigente a través de una la enmienda aprobada en diciembre de 2012 en la COP 18 (Doha-Qatar).

A esta altura, debe quedar claro que, no obstante la existencia de este Protocolo, la Convención sigue siendo el órgano máximo y en consecuencia, continúa actuando como eje de la acción intergubernamental para el Cambio Climático y a la vez, constituye el soporte para acciones clave en materia de información sobre circunstancias nacionales, la evolución de las emisiones, financiamiento, transferencia de tecnología y otras cuestiones que conforman el andamiaje del proceso de regulación internacional para mitigar el Cambio Climático.

  • El Protocolo de Kyoto (PK) y sus instrumentos. 

Como su nombre lo indica, la Convención es un marco que debió ser fortalecido con instrumentos más prácticos. Este instrumento resultó ser el Protocolo de Kyoto que se plasmó en el año 1997, cuando en la tercera reunión de la Conferencia de las Partes, (COP3) realizada en la ciudad de Kyoto (Japón) se llegó a un acuerdo sobre metas específicas de reducción para los países del Anexo I.

Entre los principales elementos que integran la estructura del Protocolo se cuentan:

  • Compromisos cuantitativos que incluyen metas de emisión y compromisos generales.
  • Implementación de políticas y medidas nacionales y de mecanismos de flexibilización, que contribuyan a hacer viable el cumplimiento de los compromisos.
  • Minimización de impactos para los países en desarrollo, incluyendo la creación de un Fondo de Adaptación.
  • Preparación de inventarios nacionales de emisiones para la generación de un sistema de información internacional.
  • Sistema de aseguramiento del cumplimiento de los compromisos asumidos por las Partes.

Los compromisos cuantitativos de limitación y reducción de emisiones, establecidos por el primer período del Protocolo de Kyoto, representaron una reducción agregada de, por lo menos, el 5% de los niveles de emisión verificados en 1990 a lograr durante el lapso comprendido entre 2008 y 2012.

Dichos compromisos variaron de un país a otro. La meta global de 5% para los países desarrollados debió ser alcanzada por medio de reducciones (respecto de los niveles de 1990) de 8% para la Unión Europea de los 15 (UE-15), Suiza y la mayoría de los países de Europa Central y Oriental; 7% para los Estados Unidos (a pesar de que no ratificó el Protocolo); y 6% para Canadá, Hungría, Japón y Polonia.

En esta 1º etapa, Nueva Zelanda, Rusia y Ucrania debieron estabilizar sus emisiones, en tanto Noruega pudo haberlas aumentado en 1% e Islandia en 10%. No obstante, la Unión Europea legó a un acuerdo interno para alcanzar el 8% de reducción establecido, distribuyendo diferentes porcentajes para cada uno de los países miembros. Estas metas variaron desde una reducción de 28% para Luxemburgo y 21% para Dinamarca y Alemania, hasta un incremento potencial de 25% para Grecia y 27% para Portugal.

Si bien los países debieron, básicamente, reducir sus emisiones, modificando la intensidad energética de sus economías, para atenuar las consecuencias económicas derivadas del proceso de reducción de emisiones al que se sometieron los países con compromisos cuantitativos, el Protocolo de Kyoto creó un conjunto de mecanismos de flexibilización que le permitieron a los países desarrollados compensar parcialmente sus emisiones, financiando proyectos que resulten en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en otros países. Estos son los denominados “mecanismos de flexibilidad”.

El Protocolo de Kyoto definió tres “mecanismos de flexibilidad” que permiten disminuir el costo que implica el cumplimiento de las metas. Como estos mecanismos permiten a los gobiernos reducir las emisiones en otros países, el espíritu original del Protocolo señala que los “mecanismos de flexibilidad” no son “derechos de emisión”, por lo tanto, las acciones en otros países deben ser un “complemento” de una reducción de emisiones en el propio país. Esto, al día de hoy, en muchos casos, sigue pendiente.

Los tres mecanismos de flexibilización impulsados por el protocolo de Kyoto fueron herramientas basadas en el “Mercado”

  • Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL): mediante esta figura, un país desarrollado invierte en un proyecto para la reducción de emisiones en un país en desarrollo. El MDL habitualmente se presenta como una estrategia que beneficia a ambas partes: el primer país cuenta la reducción de emisiones como si hubiese sido realizada en su propio territorio; y el país en desarrollo recibiría tecnologías “limpias” que favorecerán su desarrollo sustentable (En muchos casos esto no se ha cumplido ni se cumple. Luego se retomará el tema)
  • Aplicación Conjunta (AC): Un país desarrollado implementa un proyecto para la reducción de emisiones en el territorio de otro país desarrollado y cuenta la reducción de emisiones para alcanzar sus propias metas de reducción establecidas en el Protocolo.
  • Comercio de Emisiones: Los países desarrollados con compromisos de reducción pueden comprar y vender emisiones entre sí. Las compañías que hayan recibido derechos de emisión podrán vender aquellos que no hayan utilizado por haber reducido sus emisiones, o podrán comprar derechos de emisión al precio de mercado si es que no han logrado la reducción establecida.

Si bien el Protocolo se firmó en 1997, la entrada en vigencia del 1er período de compromiso se demoró hasta 2008 por los desacuerdos respecto de su implementación que reflejan el diverso abordaje que los países hacen de la cuestión ambiental, la existencia de patrones de consumo diferenciados, culturas contrastantes y a la vez, la existencia de intereses económicos divergentes. En un escenario internacional signado por enfrentamientos crecientes, problemas de seguridad, el aumento de la desigualdad, y en el que predominan estrategias nacionales contrapuestas, la importancia de la dimensión ambiental en la agenda internacional está siendo continuamente relegada, por lo cual, es muy difícil lograr acuerdos.

No obstante y para sorpresa de muchos, al finalizar el primer período, a fines de 2012, los “números” mostraron que los países desarrollados habían cumplido muy holgadamente con las obligaciones de reducción del 5,2% respecto a los niveles de 1990. Sin embargo esto fue posible gracias a la “contabilidad creativa” de sus emisiones.

Como señala Gerardo Honty[1], este aparente cumplimiento de las metas “es el resultado, entre otras cosas, de la posibilidad de evadir compromisos a través de los mercados de carbono, de la contabilización caprichosa y arbitraria del secuestro de carbono de los bosques y de la debacle económica de los países de la ex Unión Soviética. Si tomamos en cuenta solamente a los países industrializados que no son economías en transición y consideramos solamente sus emisiones sin contabilizar el secuestro de carbono por los bosques, el resultado es muy distinto: en este caso se constata un aumento de las emisiones de 4,9%. Es decir, países como Estados Unidos, Australia, Canadá, han aumentado enormemente sus emisiones. Australia, por ejemplo, en un 30%.”

A pesar del aparente éxito en el cumplimiento de compromisos, en este período quedó demostrado el fracaso de los Mecanismos de Mercado para el logro de reducciones reales de emisiones.

El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) que fue la herramienta preferida de los países desarrollados, se convirtió sólo en un instrumento para reducir costos y muchas veces no contribuyeron mejorar la situación de los países en desarrollo donde fueron localizados los proyectos sino que fomentaron dependencia tecnológica y se convirtieron en oportunidades de negocio para las consultoras internacionales encargadas de la supervisión, medición y control.

Por otra parte, al posibilitar que el país desarrollado pueda emitir la misma cantidad de GEIs que el proyecto MDL reduce en el extranjero, se convirtió en un juego de suma cero, que no favorece la reducción de emisiones.

La prórroga del Protocolo de Kyoto

(2012 – 2020)

Agónicamente en la conferencia de Doha, en diciembre de 2012, luego de más de 5 años de negociaciones, las Partes aprobaron una enmienda del protocolo de Kyoto, que seguirá vigente hasta el año 2020.

Sin embargo, esta versión muestra todas las limitaciones que está teniendo el proceso internacional para hacer efectiva la lucha contra el Cambio Climático. En esta etapa sólo incluye a la Unión Europea, Suiza, Noruega, Australia y Nueva Zelandia.

Rusia, Canadá y Japón decidieron abandonar el Protocolo de Kyoto y teniendo en cuenta que Estados Unidos nunca lo firmó, en este momento, más allá de no existir compromisos concretos de reducción (sólo promesas) apenas el 15% de las emisiones del planeta quedaron sujetas a este instrumento.

El caso de Canadá fue paradigmático, porque abandonó el protocolo un año antes de la finalización del primer período de compromiso para evadir las sanciones que le habrían correspondido debido al incumplimiento en las metas de reducción (aumentó sus emisiones) y la falta de presentación de información.

Con la enmienda al Protocolo, en Doha, los denominados “Mecanismos de Flexibilidad”: Mecanismos para un Desarrollo Limpio (MDL) y la Implementación Conjunta (IC), continúan en pie y si bien todos los países pueden seguir participando, sólo las partes que hayan suscripto un 2° período de compromiso podrán adquirir y transferir en los “Mercados de Carbono” bonos y otros certificados que les permitirán seguir emitiendo.

Una vez más, tal como sucedió en Copenhague, Cancún, Durban y Río de Janeiro: los mercados mostraron que seguían fuertes y llevaban la delantera. Tal es así que, a pesar que en Cancún se había comprometido aprobar un mecanismo de flexibilidad no basado en mercado, los esfuerzos estuvieron dirigidos al estudio de simplificaciones en las metodologías a los mecanismos de flexibilidad para permitir que más proyectos puedan ser aprobados y en consecuencia se genere más negocio.

  • El proceso internacional hasta y después del 2020

En la COP 17 de Durban, los países acordaron elaborar un nuevo protocolo, otro instrumento jurídico o una conclusión acordada que sea jurídicamente vinculante para todas las Partes en virtud de la Convención que debe estar listo para ser aprobado, a más tardar en 2015 y entrará en vigor en 2020, año en que empezará a aplicarse.

La labor está siendo realizada por un nuevo órgano subsidiario, conocido como Grupo de Trabajo Especial de la Plataforma de Durban para una Acción Reforzada (ADP) que tiene como objetivos adicional, fortalecer el período de transición 2012-2020 –bajo la enmienda del Protocolo de Kyoto- para lograr compromisos de emisión de todas las partes, que sean acordes al objetivo de limitar el aumento de la temperatura media en no más de 2 ºC.

Lamentablemente, el texto aprobado en Varsovia por el ADP (2013) ya no habla de “compromisos”, sino de “contribuciones nacionalmente determinadas, sin perjuicio de la naturaleza legal de tales contribuciones”. Esta situación, sumada a claras señales de algunos países como Australia y Nueva Zelandia Japón que informaron que cumplirían con sus promesas de reducción (de hecho Japón anunció un aumento, como consecuencia de la reestructuración de su sistema de generación después del tsunami) hacen que la limitación del aumento de la temperatura genere cada vez más incertidumbre.

Respecto a las cuestiones vinculadas al financiamiento siguen necesitando un impulso y particularmente para el caso del Fondo Verde del Clima…dinero…. El desafío es capitalizar el fondo para hacerlo operativo y para ello los países desarrollados apuestan a atraer fondos privados. Teniendo en cuenta las limitaciones que se observan en esta área, se decidió que habrá un diálogo ministerial de alto nivel bianualmente sobre financiamiento a partir de 2014 y concluyendo en 2020.

Con relación a la reducción de emisiones en países en desarrollo, la Convención continúa alentándolas a través de la implementación de las denominadas Medidas Nacionales Apropiadas de Mitigación (NAMA por sus siglas en inglés) que pueden involucrar proyectos sectoriales o multisectoriales. Estas acciones permiten combinar apoyo económico y/o tecnológico proveniente de fuentes externas o internas. El aporte financiero puede ser brindado por Instituciones Financieras Internacionales, acuerdos bilaterales, aportes de fondos públicos como el Fondos Verde del Clima, el Fondo Mundial para el Medio Ambiente, entre otros. En forma bianual, los países deberán informar los resultados de lo NAMAs que se están llevando a cabo, los presentados a la CMNUCC para su evaluación y los proyectados. El concepto de NAMA es flexible y no existe a nivel internacional una definición sobre el alcance, o estructura para este tipo de acciones. Cada país es autónomo para definir el término “nacionalmente apropiadas” del concepto de NAMA; formular, desarrollar e implementar NAMAs según sus necesidades de desarrollo, planes y prioridades nacionales, así como decidir sobre los aspectos técnicos y metodológicos de la Medición Reporte y Verificación (MRV) de resultados.

Finalmente entre las principales cuestiones a operativizar en los próximos años es el denominado “Mecanismo Internacional de Varsovia sobre Pérdidas y Daños Asociados al Cambio Climático” cuyo objetivo es fortalecer el conocimiento y entendimiento de los diferentes enfoques de gestión de riesgo para enfrentar las pérdidas y daños asociados al Cambio Climático, fortalecer el diálogo, la coordinación, coherencia y sinergias entre actores relevantes así como la acción, el apoyo financiero, tecnológico y desarrollo de capacidades.

  • Enfrentando el Cambio Climático a nivel local

Más allá de los pocos avances de la Convención Marco de Cambio Climático, no podemos omitir que este instrumento fue ratificado por todos los países, por lo cual, es aplicado a nivel nacional de acuerdo a los compromisos/promesas asumidas y en base a la decisión que cada país toma, respecto a cómo ponerla en vigor.

Como país (Parte) de la CMNUCC, Argentina, hasta el momento y en términos generales, ha venido efectuando su tarea, en lo que respecta a la formalidad. Se han presentado ante la Convención dos Comunicaciones Nacionales y ya está avanzada la preparación de la Tercera, por lo cual, se estaría cumpliendo con las obligaciones asumidas ante la Convención como país en desarrollo que no está obligado por el Protocolo de Kyoto a reducir emisiones.

Las dos últimas comunicaciones nacionales -que pueden asimilarse a una fotografía de la situación ambiental nacional con relación al Cambio Climático- identificaron al sector agropecuario como el principal emisor de gases efecto invernadero y muestran un país altamente vulnerable, porque las principales generadoras de renta (las exportaciones agrícolas y de manufacturas de origen agropecuario) están muy influenciadas por las variables climáticas que pueden afectar severamente tanto la producción a nivel nacional o el precio de las commodities a nivel internacional.

Con relación a la implementación de medidas, a nivel de la administración central, se estableció un comité gubernamental y una comisión integrada por otros actores y partes interesadas vinculados con el proceso de la convención y, a partir de los últimos meses del 2009 se lanzó el proceso para la Elaboración de una Estrategia Nacional en Cambio Climático (ENCC) -coordinado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (SAyDS) autoridad de aplicación de la convención. Allí se intenta definir políticas de mitigación (reducción de emisiones) y adaptación (medidas para lidiar con las consecuencias del cambio y la variabilidad climática) articulado con los gobiernos provinciales a través del Consejo Federal del Medio Ambiente (COFEMA) y el Consejo Hídrico Federal (COHIFE).

En este contexto, la ENCC que ya se encuentra en su segunda fase, es una herramienta de planificación interesante porque busca establecer metas de largo alcance e indicadores para evaluar su avance, en un país pensado en los plazos eleccionarios.

A pesar de esto, todavía existe falta de pro-actividad y al momento de definir políticas sectoriales, el Cambio Climático está siendo abordado casi marginalmente.

Más allá de las iniciativas, en la práctica, puede advertirse que nuestro país aun no tomó verdadera conciencia de su vulnerabilidad y en general, sigue atendiéndose a las cuestiones coyunturales y no se abordan las cuestiones estructurales. Lo urgente sigue prevaleciendo sobre lo importante

Como en cualquier problemática ambiental, el abordaje del Cambio Climático debe ser multisectorial y multijurisdiccional, requiere de planificación, la definición clara de responsabilidades, coordinación, información confiable y oportuna, todo esto, no puede ser suplantado por el voluntarismo de algunos actores.

De no internalizar estas cuestiones, la ENCC puede convertirse en un mero ritual de participación.

Nuestra intervención como trabajadores

  • Estrategia Nacional sobre Cambio Climático (ENCC)

Como CTA, fimos invitados a participar y lo hemos estado haciendo desde las instancias de consulta de la misma, haciendo aportes desde el espacio del sector de los trabajadores y dejando clara cual es nuestra visión de la problemática y las medidas necesarias para enfrentarla, resaltando la necesidad de no aislarla del contexto social donde se manifiesta, repensar las políticas de Estado mediante procesos que garanticen transparencia, la participación en la toma de decisiones, así como la puesta en práctica de medidas concretas.

A su vez, actualmente estamos participando en las consultas referentes a la elaboración de la Tercera Comunicación Nacional en las cuestiones vinculadas con trabajo y empleo. 

  • La CTA en el ámbito de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Porque somos conscientes que, en el fondo, lo que se discute es el modelo de producción, de consumo, de distribución, de posibilidad de desarrollo, de justicia social y climática, desde la CTA, junto con el movimiento sindical de las Américas, también hemos venido acompañando las negociaciones sobre el clima.

Participamos desde el año 2008, cuando desde la Confederación Sindical de las Américas fuimos invitados y nos comprometimos a formar parte del Grupo Asesor del Área Medio Ambiente y Trabajo de la CSA.

Un breve análisis de la COP 19 de Varsovia

Cuando el año pasado en Doha, agónicamente, los países acordaron una prórroga al Protocolo de Kyoto (PK) hasta el 2020, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) mostró al mundo una vez más, lo que mejor sabe hacer: “no tomar las decisiones urgentes haciendo de cuenta que se toman decisiones importantes”.

Con un Protocolo que sólo regula alrededor del 15% de las emisiones de GEIs, apoyado en una serie de instrumentos que sólo son una fachada y con un ámbito de negociación -denominado Plataforma de Durban Mejorada – (ADP) que durante el 2013, estuvo dedicado a los formalismos y a duras penas pudo acordar la agenda de temas, se llegó a Varsovia con muchas cuestiones pendientes y falta de propuestas.

Si años anteriores asegurábamos que la CMNUCC se había convertido en un proceso problemático y disfuncional, hoy podemos afirmar que se encuentra viciado y está perdiendo relevancia aceleradamente. Por esto no sorprende la convocatoria a la “Cumbre Climática” que el Secretario General de la Naciones Unidas Ban Ki Moon organizó en Nueva York para septiembre de 2014 (por fuera de la CMNUCC), donde se espera que asistan los presidentes y máximas autoridades mundiales para “avivar” el proceso… Sí, los mismos líderes mundiales que después del fiasco de Copenhagen dejaron de participar en la CMNUCC y optaron por enviar a las siguientes COP a funcionarios sin mucho poder de negociación.

Esta falta de voluntad política, mezclada con una buena dosis de irresponsabilidad, hizo de Varsovia sólo un ritual donde la desconfianza volvió a sentirse y las partes (países) continuaron con los reproches mutuos, ya sea por las promesas incumplidas o porque muchos consideran que los países desarrollados pretenden cambiar o reinterpretar la Convención como una forma de evadir sus responsabilidades históricas.

Si bien en Durban, hace 2 años, los mismos países acordaron que el nuevo régimen climático incluiría a “todas las partes” los países en desarrollo siguen reclamando que la “universalidad de aplicación» de las políticas de mitigación dentro del nuevo acuerdo no se convierta en «uniformidad de aplicación».

Las Organizaciones Sociales nos retiramos de Varsovia

Después de 10 días de haber participado en la COP 19 y ante la falta de ambición, de pro-actividad y voluntad política demostrada por muchos de los países en los distintos ámbitos de negociación con relación al los compromisos respecto a la mitigación, adaptación, financiamiento y transferencia de tecnologías y viendo además, como las cuestiones ligadas a la equidad y la justicia social estaban siendo sistemáticamente excluidas (El concepto de Transición Justa ya no aparecía en el texto de negociación del ADP), después de un amplio debate en el seno de la delegación sindical, entendimos que, permanecer en Varsovia, era legitimar una Conferencia viciada.

En este contexto de falta de propuestas y un vaciamiento de la COP por parte de los mismos países que al segmento de alto nivel enviaron funcionarios de segunda línea, los Sindicatos, junto a otras importantes ONG´s y movimientos ambientalistas decidimos, como señal de protesta, retirarnos voluntariamente de las negociaciones en Varsovia y volver en el proceso a Lima 2014 con una nueva estrategia.

Como se indicó el comunicado de prensa conjunto del 21 de noviembre, “Al salir de la Conferencia sobre el Clima en Varsovia, está claro que, sin esa presión, no podemos confiar que nuestros gobiernos hagan lo que el mundo necesita. Volveremos con la voz de la gente en Lima, para hacer que nuestros gobiernos rindan cuentas y se ajusten a la visión de un futuro justo y sustentable”

Los magros resultados

Después de una sesión maratónica de más de 40 horas, el domingo 24 de noviembre se aprobaron 20 decisiones individuales, un número elevado que en realidad no sirve como indicador de un progreso real en las cuestiones medulares de la Convención, las cuales siguen sin resolverse.

Grupo de Trabajo Ad-Hoc sobre la Plataforma de Durban para la Acción Mejorada – (ADP) este espacio de negociación es el responsable de confeccionar “un protocolo, otro instrumento legal o un resultado acordado con fuerza legal en virtud de la Convención que sea aplicable a todas las partes”, a más tardar en 2015 (COP 21-París) para ser puesto en práctica a partir de 2020. El texto de negociación propuesto por los dos Co-Presidentes no satisfizo a nadie y luego de interminables y reiterativos debates no se ha podido definir que es lo prioritario, decidir la forma del acuerdo o los compromisos de reducción de emisiones “los números” que el antiguo Grupo de Cooperación a Largo Plazo (LCA) que funcionó entre 2007 y 2012, nunca pudo definir.

En este escenario, a último momento se acordó un texto de mínima, con lenguaje ambiguo donde las cuestiones sociales han quedado desdibujadas, el concepto de Transición Justa, ausente y el término “compromisos” de reducción, reemplazado por “contribuciones”. Estas cuestiones sumadas a la falta de claridad sobre la forma legal del acuerdo del 2015, así como su contenido y elementos clave, hacen más oscuro el panorama post 2020.

Financiación: sigue siendo un tema espinoso debido a la desconfianza de los países.El Fondo Verde del Clima sigue siendo una cáscara vacía. Tiene su sede en la República de Corea, existen funcionarios designados, pero carece de procedimientos consensuados para la adjudicación de los fondos y como si esto fuera poco, sólo dispone de 7 millones de dólares.

Los países en desarrollo siguen esperando los 100 mil millones (comprometidos hasta el 2020) los cuales no aparecen. La excusa de los países desarrollados para justificar la falta de capitalización es que sus ministros de Economía son rehaceos a girar fondos a una institución que carece de procedimientos operativos finalizados y, mientras tanto, siguen exhortando a las empresas que aporten capital. 

Pérdidas y Daños: con el Tifón de Filipinas todavía en la memoria, el adelanto del 5º Informe del IPCC y algunos progresos realizados durante los tres años de trabajo, era uno de los temas donde existía algo de optimismo. Sin embargo, poco se consiguió. El G77+China abandonó las discusiones el miércoles (48 horas antes del cierre formal de la COP), pero se reincorporó al final y permitió que se aprobara una decisión donde se crea un mecanismo para afrontar las pérdidas y daños dentro de un marco más general de Adaptación, pero no independiente de ella.

 ¿Otra cáscara vacía? …es posible. Lamentablemente todavía no se ha llegado a un entendimiento común respecto a cómo se define la «pérdida y daños » y hay incertidumbre sobre la relación entre la adaptación y las pérdidas y daños. Por otra parte, tampoco queda claro si la creación de otro mecanismo, de hecho, podría ocasionar un efecto contrario al deseado. La experiencia nos muestra que el proceso de la CMNUCC ya cuenta con una gran variedad de mecanismos de financiación insuficiente y/o ineficaces para hacer frente a la adaptación y otras cuestiones conexas, por ello, preocupa que todo el andamiaje administrativo y burocrático asociado a este nuevo mecanismo no termine, en realidad, diluyendo, en lugar de reforzar, la limitada capacidad y recursos financieros con que se cuenta.

REDD plus (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación): se aprobó un paquete de decisiones denominado “Marco para REDD + de Varsovia». Allí se incluyen directivas técnicas para asegurar la integridad ambiental de las actividades REED. Se incorporan cuestiones asociadas a metodologías y sistemas de seguimiento de la captura de CO2 y niveles de referencia. Dicho paquete incluyó además procedimientos respecto a como proporcionar orientación sobre las disposiciones institucionales y abordar las salvaguardias. En este nuevo marco REDD+ se estaría facilitando el camino para la financiación para actividades pero, por ahora, no se estaría creando un “mercado REDD+” propiamente dicho.

 ¿Que nos dejó Varsovia?

 Más allá que, hasta ahora, la CMNUCC es el único espacio que asegura que se escuchen todas las voces, este ámbito está demostrando una gran ineficacia en el abordaje de la protección del clima y de otras cuestiones. En Polonia asistimos a otro ritual de la “Comunidad del Cambio Climático” donde el contexto alarmante que nos brinda la evidencia científica respecto a la problemática del Cambio Climático y los hechos del mundo real, se desvanecen entre las menudencias del proceso de negociación.

 Es un hecho que la frustración a que nos tienen habituados las COP han disparado una serie de iniciativas por fuera de la Convención bajo la forma de acuerdos bilaterales, regionales o inclusive medidas unilaterales, sin embargo, más allá de la crítica al proceso en el marco de la ONU, corresponde no olvidarnos que es necesario un cambio sustancial en la actitud de muchos de los países, ya que no puede dejarse de lado que es inútil tener un proceso aceitado si no existe voluntad política de las partes para apoyarlo.

 Camino a Lima 2014 y París 2015

 En la conferencia de Río 92´, el neoliberalismo, además de adoptar la CMNUCC, promulgó la desaparición de la contradicción entre ambiente y crecimiento, mediante la adopción del término “Desarrollo Sostenible”. Con esto, los mecanismos de mercado fueron consagrados como el medio eficaz para internalizar las cuestiones ecológicas y los valores ambientales al proceso del crecimiento económico, soslayando intencionalmente que los problemas ambientales surgen como resultado de la acumulación del capital. (Left 1998).

 Se logró crear una ilusión en cuanto a que se estaban tomando medidas efectivas para hacer frente a la crisis ambiental, mientras, en realidad, se estaba legitimando la globalización neoliberal. Con este marco conceptual, el mundo enfrentó la crisis ambiental en general y el Cambio Climático en particular durante los últimos 25 años. Los resultados están a la vista. La crisis climática se potenció y retroalimentó con las otras crisis que se fueron sumando: energética, alimentaria, financiera…

 Comenzamos el 2014 y la CMNUCC se encamina a la COP de Lima con la incertidumbre respecto a Pre-COP de Venezuela y con toda la presión que supone concluir en los 20 meses que quedan para la COP 21 de París (2015), el proceso de elaboración del otro instrumento, jurídicamente vinculante para todas las Partes, que nos permita estabilizar el Clima.

 Está claro que los resultados que surgieron en Varsovia no mostrarían razones para tener grandes esperanzas, porque la Convención demoró casi 24 meses en acordar un plan de trabajo y un documento de negociación que resultó limitado, ambiguo y conflictivo.

 Por ello, cuando con el resto de la Sociedad Civil en noviembre nos retiramos de la COP 19, pretendimos demostrar que no íbamos a legitimar la farsa que estábamos presenciando en Varsovia.

 Un año y medio antes, en Río+20, junto con los movimientos sociales mostramos nuestra resistencia al modelo oficial y la necesidad de desarticular el concepto de “Desarrollo Sostenible” para reemplazarlo por “Desarrollo Sustentable” donde se plantean cambios estructurales en las relaciones sociales, se reivindican verdaderos cambios en la manera de producir y consumir, que deben ser acompañados de justicia social, equidad y democracia participativa como herramientas insustituibles de cambio político.

 Ahora, tanto la COP como la PreCOP, nos ofrecen una nueva oportunidad de plantear y hacer más visible nuestra posición.

 Perú se comprometió a garantizar una COP participativa, transparente y abierta a la sociedad civil y Venezuela ya confirmó en Polonia, que la PreCOP 20 será una “PreCOP Social, que sentará precedentes sobre las formas de participación de la sociedad civil”.

 No cabe duda que estas COPs deben ser asumidas por todos los Latinoamericanos como propias. Como anfitriones Perú y Venezuela tendrán la oportunidad de ser referentes de las distintas visiones de los pueblos de América Latina y nosotros, como representantes de los trabajadores y movimientos sociales, tenemos la responsabilidad de hacer visible nuestra posición de rechazo de a la concepción desarrollista y utilitarista del mundo y plantear alternativas.

 Como reflexionaba Jorge Reichmann[2] en su ensayo La Habitación de Pascal, está claro que la política de protección del clima que trabajosamente la comunidad internacional ha intentado poner en marcha durante los últimos veinte años tiene bastantes contrasentidos porque se ha enfocado en tratar sólo los síntomas de la enfermedad, sin abordar las causas.

 Por ello se está llevando adelante una política sintomática de tratamientos paliativos, cuando no, directamente, instaurando maniobras de distracción y reformas ambientales que siguen estando subordinadas a la dinámica capitalista del beneficio y el crecimiento y en consecuencia, siguen sin abordar los problemas sistémicos de un orden socioeconómico destructivo.

 Debemos dejar claro que el problema está en la organización de la producción, el trabajo y el consumo. Allí es donde debemos y vamos a actuar.

 Las decisiones de hoy definen los riesgos del presente y marcan las oportunidades futuras. No se construyen ni se cambian ciudades, no se erigen infraestructuras, no se inventan tecnologías ni se aprenden hábitos de un día para otro. Debe trabajarse en ello todos los días. El reto es aquí y ahora.

 No podemos dejar de lado que como CTA somos un colectivo de presión y hoy más que nunca debe quedar claro que esto no se reduce exclusivamente a reivindicaciones salariales, debe aplicarse al Cambio Climático y a cualquier problemática que amenace la equidad y la justicia social. Por esta razón, es imprescindible reforzar la articulación regional e inter-regional entre Sindicatos y Centrales, sellar alianzas con otros actores, redes y organizaciones sociales que además de permitir unir fuerzas y saberes, nos ayudarán a construir un espacio alternativo frene la hegemonía cultural, política y económica del modelo actual.

 Y este desafío no se podrá lograr si dentro de nuestras Organizaciones no asimilamos que la problemática del Cambio Climático no puede abordarse como una cuestión meramente técnica.

 Como señalaba Daniel Bensaïd[3] debemos “Vincular la lucha social y ambiental para movilizar la fuerza social capaz de conjurar los peligros, acabar con la dictadura de los mercados y lograr la subordinación de la lógica económica al imperativo social”.

 Ganamos algunas batallas, Seattle, Mar del Plata… Lima nos espera.

 Fuentes:

 CAMBIO CLIMÁTICO MANUAL DE CIUDADANÍA AMBIENTAL GLOBAL – PROYECTO DE CIUDADANIA AMBIENTALGLOBAL – Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente – Enero 2005

 CAMBIO CLIMÁTICO: Planeta y ciudadanía en riesgo – Pablo Bertinat – Mayo 2005

 La Habitación de Pascal. Ensayos para fundamentar éticas de suficiencia y políticas de autocontención. Jorge Riechmann – Editorial Libros de la Catarata – Madrid 2009

 ¿Por qué actuar en Cambio Climático? – (Informe de coyuntura Nº 4 – Secretaría de Relaciones Internacionales CTA – Enero de 2012).

 ¿Desarrollo Sustentable? Depende del Cristal… (Informe de coyuntura Nº 5 – Secretaría de Relaciones Internacionales CTA – Marzo de 2012).

 Doha. Lo que no se va a decir – Maité Llanos – Secretaría de Relaciones Internacionales CTA – Noviembre de 2012.

 Cambiar al Mundo – Daniel Bensaïd – Editorial Libros de la Catarata – Madrid 2004.

 Documentos de trabajo elaborados por la Secretaría de Relaciones Internacionales de CTA en para las Conferencias de las Partes de Poznan (2008), Copenhagen (2009). Cancún (2010), Durban (2011), Doha (2012) y Varsovia (2013)

[1]Gerardo Honty es Analista de CLAES, Centro Latinoamericano de Ecología Social

[2] Poeta, traductor, ensayista, filósofo y ecologista español

[3]Filósofo Francés (1946-2010) Participó e impulsó desde la Universidad de Nanterre la rebelión de Mayo del 68 ´

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