CELAC

Hoy podemos estar orgullosos de nuestros avances. Hablo de nuestra América Latina y el Caribe, que surge con extraordinaria fortaleza para dar un pasito más -decisivo- en el camino de la integración y la unidad, de la naciente soberanía regional.

Hoy podemos estar orgullosos de nuestros avances. Hablo de nuestra América Latina y el Caribe, que surge con extraordinaria fortaleza para dar un pasito más -decisivo- en el camino de la integración y la unidad, de la naciente soberanía regional, conscientes que seguramente Estados Unidos quiera sabotear también esta experiencia, como lo hiciera con el Congreso Anfictiónico de Panamá.

Hablar de una Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe significa comenzar a asumir la soberanía regional, dejando de lado el “proteccionismo” de Estados Unidos y Canadá, conscientes que las viejas recetas que nos impusieron desde hace 500 años solamente significaron dolor y penas para las grandes mayorías: exclusión social, pobreza, mientras los países centrales se quedaban con nuestros recursos naturales.

Bienvenida la CELAC, esta decisión de unirnos y buscar salidas conjuntas, aún cuando no todos los gobiernos de la región tienen el mismo signo ideológico y hay algunos que quieren seguir apostando a la dependencia imperial.

El establecimiento de un esquema de integración política, social, cultural y económica implica la fijación de mecanismos soberanos de autodeterminación en el uso de materias primas y recursos naturales (el mayor reservorio de agua), que incidiría directamente en la reversión del ejercicio de control y dominio que EEUU ejerce aún en nuestros territorios.

Comenzamos a vernos con nuestros propios ojos y no, como lo hiciéramos durante cinco siglos y pico, con ojos de extranjeros. Vernos con nuestros propios ojos significa recuperar nuestra memoria y buscar cómo satisfacer las necesidades de nuestros compatriotas antes que las exigencias de los organismos internacionales. Pueblo que no sabe de dónde viene no puede saber a dónde va y, entonces, el destino siempre se lo imponían desde afuera.

Es un largo camino éste, el de entender que integración no significa solo intercam bio comercial o negociación de aranceles. Y quizá el puntapié inicial se dio en Mar del Plata en 2005, cuando los latinoamericanos le dijimos NO al ALCA. Claro, que antes los movimientos sociales lograron llevar al gobierno (y algunos incluso al poder) a gobernantes comprometidos con sus pueblos y no con los bancos acreedores ni las recetas –tantas veces causantes de hemorragias- de los organismos internacionales.

Es un largo camino que comienza asumiendo un cambio histórico: pasamos de la etapa de la resistencia a la etapa de la construcción. Ya tenemos posgrados en denunciología y lamentos, ahora tenemos que crear, inventar, buscar los caminos para nuevas teorías, programas, planes, y nuevos caminos que redunden en sociedades más justas, más equitativas. Hace más de 500 años que pagamos los platos rotos del desastre capitalista.

Pero para eso debemos primero lograr la liberación. Y hablo de la liberación de los mil 400 centrímetros cúbicos de nuesros cerebro, conscientes en que tantos paradigmas que nos impusieron como verdades absolutas no son más que disparates para mantenernos divididos, sometidos. Comencemos por formatear nuestro propio disco duro.

Escribe el brillante académico francés Remy Herrera: La gravedad extrema de la crisis que golpea actualmente a Europa, especialmente a la zona euro, ante la elusión de las deudas llamadas “soberanas” de Grecia e Italia, entre otras, lleva a plantearnos la pregunta: ¿no tienen acaso los pueblos europeos lecciones que obtener de las experiencias vividas por ciertos países del Sur, provenientes de las estrategias anticrisis que han sido allí adoptadas?

Y es que, hasta ahora, son las recetas del Norte, supuestamente de validez universal, las que fueron administradas habitualmente en las economías del Sur – aun cuando les haya convenido sólo muy raramente –. Pero esos tiempos ya cambiaron, señala.

Las soluciones neoliberales de austeridad generalizada y de desmantelamiento de los servicios públicos hoy propuestas (o más bien impuestas) para intentar salvar al capitalismo en crisis y reactivar el crecimiento, son absurdas; constituyen el medio más seguro para agravar aún más esta crisis y para precipitar con mayor rapidez al sistema hacia el precipicio.

Sin ningún tapujo lo dijeron las presidentas sudamericanas: la argentina Cristina Fernández de Kirchner en el Grupo de los 20 y la brasileña Dilma Roussef cuando ejemplificó que “en Brasil tenemos empleo cuando en Europa crece el desempleo: no vamos a permitir que se exporten empleos a otros países”, tras señalar que Brasil ya no recibe instrucciones sobre política económica de organismos internacionales.

Hoy nuestra región el único espacio en el mundo que ha resistido a la crisis económica mundial del capitalismo, que ha logrado el mayor activismo global anticapitalista y antiimperialista, con los “indignados” de más de 75 países, entre ellos Chile y Colombia, que aún siguen el libreto neoliberal e imperial.

Muchos alertan desde ya que la CELAC, es y será un objetivo militar de los Estados Unidos, considerando que Obama (en vísperas de su intento de reelección), no querrá ser apuntado como el Presidente que dejó perder su patio trasero.

No todos bailan al mismo ritmo, es cierto. Cinco de los 33 países – Panamá, México, Chile, Colombia y Costa Rica- tienen gobiernos que siguen atados umbilicalmente a Washington. Por eso, será también un foro para el debate de ideas, para la exposición de consensos y de discrepancias. Durante cinco siglos nos dividieron para dominarnos. Es hora de buscar el destino común.

Hay que comenzar por definir qué se quiere con la Celac. El presidente ecuatoriano Rafael Correa tiró en la mesa sus barajas debe ser un foro para resolución de conflictos regionales que reemplace a la OEA, porque ya sabemos que no lo van a resolver ni el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y mucho menos otras instancias.

Los países de la CELAC hoy en día sumados, representan 6.3 billones de dólares en su Producto Interno Bruto (PIB), lo que la convertiría en la tercera potencia mundial económica, la principal reserva petrolera (aproximadamente 338 mil millones de barriles de petróleo), la tercera productora de energía eléctrica y la principal economía productora de alimentos, siendo las cuatro principales economías a lo interno de la CELAC las de Brasil, México, Argentina y Venezuela.

 

(Aram Aharonian: 28.11.2011. http://www.alainet.org/active/51156)

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