Pistoleros

Armados. Encapuchados. Impunes. Un escuadrón de la muerte integrado por 42 hombres perpetró una masacre en en una aldea indígena de Mato Grosso do Sul. Mataron al cacique Nísio Gomes.

Armados. Encapuchados. Impunes. Un escuadrón de la muerte integrado por 42 hombres perpetró una masacre en en una aldea indígena de Mato Grosso do Sul. Mataron al cacique Nísio Gomes.

La comunidad Kaiowá Guarani del campamento Tekoha Guaviry, municipio de Amambaí, en el Mato Grosso do Sul, Brasil, fue por 42 pistoleros fuertemente armados. Según el relato de los indígenas fue muerto el cacique Nísio Gomes, de 59 años, una mujer y una niña.

La Coordinación Nacional de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) denunció la “desatención” con la que son tratados “los pueblos indígenas y otras comunidades tradicionales en nuestro Brasil. Por ser grupos humanos que no se someten a los dictámenes de las leyes del mercado y de la economía capitalista, son tratados como obstáculo al ‘desarrollo y progreso’ y por eso deben ser removidos a cualquier costo”.

“Cuando se levantan para exigir los derechos que la Constitución Federal les reconoce son rechazados violentamente. Los intereses económicos del capital son subordinados a los derechos de los más pobres. Delante de esos intereses, los poderes de la República se inclinan y los reverencian”, amplió el CPT, para después cuestionar: “¿No es lo que acontece con la construcción de la Hidroeléctrica de Belo Monte, en Pará, y de varias otras en el róo Teles Pires, y Tapajós que afectan áreas indígenas? ¿No es lo que ocurre cuando el Poder Judicial emite medidas cautelares y juzga procedentes situaciones en las cuales los pueblos indígenas debían antes ser oídos y consultados, como manda la Constitución y los e Convenios Internacionales aprobados por Brasil? ¿No es lo que ocurre en el Legislativo que se subordina a los dictámenes del agronegocio?”

La vida de los Guarani Kaiowá y los pueblos que habitan el Mato Grosso es de una violencia extrema: sus tierras fueron expoliadas y hoy viven en pequeñas aldeas en las que apenas sobreviven, cuando no son arrastrados hacia campamentos a la vera de las rutas. El sufrimiento de un pueblo que no le pide nada a nadie para su subsistencia, que trae consigo una cultura ancestral y valiosa.

La masacre del 18 de noviembre fue relatado al Consejo Misionero Indigenista (CIMI) por un indígena de la comunidad atacada: «Llegaron todos con máscaras, chaquetas oscuras, nos pidieron que nos lanzáramos al suelo. Llevaban armas calibre 12. Llegaron para matar a nuestro cacique», que fue abatido con disparos en la cabeza, el pecho, los brazos y las piernas.

El CIMI contabilizó 250 asesinatos de guaraníes en la región en los últimos ocho años, lo que supone cerca de la mitad del total de homicidios sufridos por indígenas en todo Brasil.

 

 

(22.11.2011)

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